MENTIRAS FINANCIERAS más Comunes

Muchas veces sucede que cuando alguien nos dice algo “para bien” suele suceder que esto tiene que ver más con su forma de ver el mundo que con la nuestra. Así, somos expuestos una mentira financiera tras otra a un sinfín de estas desde la infancia. Esto ya que nuestros padres nos han repetido tales mentiras financieras sin cesar buscando nuestro bienestar pero sin saber del daño que podrían habernos hecho (aunque no todo está perdido aún).

por Miguel A. Caloca, Fundador de Godín Financiero.

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Quiero comenzar este artículo con la anotación de que con este artículo no pretendo generar una confrontación o un acto de reclamo directo entre padres e hijos. Tenemos que entender que -como ya lo mencioné- no por el hecho de que alguien te desee el bien u opere para hacerte bien, significa que necesariamente su concepción de “bien” sea buena para ti. Y OBVIAMENTE habrá excepciones en las que sus padres no les hayan “mentido” sino todo lo contrario, ¡enhorabuena por ustedes! O quizá nunca les comentaron respecto de estos temas, recordemos que el dinero suele ser un tema tabú aún en muchos hogares…

Sea como sea, de igual manera debemos contar con la empatía suficiente para comprender que muy probablemente tú y tus padres vienen de un contexto distinto. Ya económico, cultural, tecnológico, etc.: A nuestros padres les tocó una época distinta a la nuestra, tanto como a nuestros abuelos les tocó una época distinta a la de nuestros padres; y está bien. De hecho, así debe ser.

Sin embargo, en este tránsito de generación en generación se han transmitido algunas ideas erradas que, si bien pudieron ser acertadas en el pasado, ya no lo son hoy día. Y bueno, de eso versa este artículo, ¡comencemos a averiguar en qué nos han mentido!

Un Título te GARANTIZARÁ el Éxito

Sin lugar a dudas esta es la mentira financiera más grande que nos han contado nuestros padres alguna vez. No es una mala y deliberada mentira sino que se trata de una “mentira necesaria”.

Y ojo, que no estoy diciendo que un título sea inútil (luego ponen palabras donde no). De hecho, reconozco que se trata de una gran herramienta pero sucede que en realidad -aún con el título- los salarios siguen siendo precarios. Lo que genera que una gran cantidad de jóvenes terminen autoempleándose (emprendiendo) o bien trabajando en el sector de servicios o dentro de la informalidad.

De hecho, según el reporte titulado “Educación superior, resultados y relevancia para el Mercado Laboral en México” (elaborado por la OCDE), resulta que la informalidad y precariedad laboral han aumentado. Puesto que, acorde a los datos del INEGI hacia el tercer trimestre del 2019 tenemos datos preocupantes:

  • De 15 millones 90 mil profesionistas en el país hay 11 millones 789 mil con empleo;
  • De estos 11 millones 789 mil con empleo, se tiene que cinco millones 422 mil trabajan pero no ejercen su profesión;
  • Además, tenemos que el 54% de se encuentra en las filas del desempleo.

Y esto fue antes de la pandemia por el Coronavirus, ante cuyas consecuencias financieras no parece muy esperanzador el panorama…

Además, por alguna cuestión sociológica, suele suceder que dentro del esquema moderno sabemos que sin lugar a dudas uno de los grandes dogmas es que “un título universitario es igual al éxito“. Al punto de que para muchos padres, ver que sus hijos cuentan con un título es un sinónimo inequívoco de que han triunfado en su papel paterno, pero no es así. La vida apenas comienza…

Sobre este tema tenemos que la Secretaría del Trabajo reveló que el 38% de los profesionistas que cuentan con carrera/título universitario apenas reciben en promedio seis mil pesos mensuales. Igualmente cabe considerar que, según la OCDE, la contratación de egresados jóvenes en México es inferior al promedio de la OCDE. Lo que puede traducirse en que los jóvenes buscan de forma activa (aunque a veces podrían hacerlo mal, revisa este vídeo)

Sobre el particular recuerda que esta es una de tantas cosas que, simplemente, no nos enseñan en la escuela (¡pero vaya que deberían hacerlo!)

Así que, si bien un título constituye una gran herramienta y, en muchos casos necesaria (basta ver la Ley General de Profesiones) también tenemos que es una exageración pensar que con ello basta para vivir bien. Sobretodo bajo las recientes condiciones de un mercado laboral con alta demanda y poca oferta…

Los Empleos son SEGUROS

Directamente relacionada con la mentira financiera anterior, suele suceder que al ser el empleo la única fuente de ingresos que conocen la mayoría de nuestros padres (quiénes además vivieron una época de estabilidad laboral), asocien la falta de estudios -o de un grado académico- con un fracaso inevitable.

¿Cuál es ése motivo?, por el cual se nos insiste tanto estudiar con ahínco y esforzarnos hasta lograr una carrera y, mejor aún, ¡una maestría o doctorado! ¿Qué glorioso propósito se esconde detrás de esta reticencia a la obtención del grado? Pues bien, existe la creencia –no necesariamente falsa– de que un título te dará algo llamado seguridad laboral.

La seguridad laboral es lo que todo padre o madre desea para su(s) hijo/a(s). Después de todo, ¿no buscan ellos siempre protegernos frente a las adversidades de la vida? (por dañino que esto pueda llegar a ser en algunos casos)

Así, la obtención de un mejor grado académico -cuanto más alto, mejor– viene estrictamente relacionada con el aumento de nuestras probabilidades (o la creencia en la existencia de tal aumento de probabilidades, que no es lo mismo) para obtener un empleo “seguro”. Pero, ¿en serio es tan seguro el empleo?

La respuesta rápida es que no. Y mucho menos en un país como México que carece de cultura jurídica en materia laboral. De hecho, tristemente resulta que muchas veces son los propios empleados -convertidos en jefes- quienes replican las malas prácticas que anteriormente sufrieron. Por que “es la forma en que se hacen las cosas” (gregarismo, gregarismo…).

En fin, la inseguridad del empleo llega a tal punto que, tal como lo comentamos en una plática con Linette Estrada, quien se desempeña como abogada laboralista, se puede decir que “el único derecho real del empleado es decidir cuando renuncia“.

Ahora, suele suceder que cuando se nos motiva a encontrar un empleo se busca la seguridad. Después de todo y, tal como lo aborda Kiyosaki en El Cuadrante del Flujo de Dinero con lujo de detalle (lee nuestro Análisis de Lectura aquí), el empleado busca la seguridad (aunque sea falsa): Después de todo, y como dice ese pésimo chiste, existen tres cosas que un empleado puede tener por seguras (¡no más!), ¿sabes cuáles son?

  1. Cuánto le pagarán
  2. Cuándo le pagarán
  3. Dónde se sentará

Y hasta ahí llegamos, lo demás son meras fantasías…

Adicionalmente, esta falsa creencia respecto de la seguridad del empleo así como unos pésimos hábitos de consumo se conjuntan para crear lo que se conoce como: La Carrera de la Rata, algo que, deberías intentar evitar a toda costa, en este artículo te indico cómo puedes hacerlo.

Tienes que AHORRAR

Ok, ok. No seamos tan duros pero, sucede que esta es, más bien, una mentira financiera a medias. Y esta mentira, convertida en verdad, tendría que decir lo siguiente: Tienes que INVERTIR.

Tal como lo vimos en la primera sesión de nuestro Curso de Inversión GRATIS desde el canal de YouTube, resulta que los Ahorradores son PERDEDORES. Por si es de tu interés, aquí te dejo la sesión:

Ahorrar puede ser un buen primer paso para comenzar en el mundo de las Finanzas Personales -sobretodo si apenas eres un infante-, creará disciplina y también te ayudará a posponer la gratificación instantánea. Esto último es muy importante pues, dicho de otra forma, implica comenzar a pensar en el largo plazo, algo que -a día de hoy- pocos jóvenes pueden hacer frente a la impetuosa Sociedad de Consumo.

Claro, tenemos que ahorrar pero ahorrar es perder nuestro dinero frente al paso del tiempo, debido a que el poder adquisitivo de éste se disminuye conforme el tiempo pasa. Esto gracias a la inflación (uno de nuestros mortales enemigos, junto al temido Sr. SAT). Piénsalo bien, al día de hoy, ¿puedes comprar lo mismo con $100 pesos que hace 10 años? ¡¡Claro que no!!, y si eres suficientemente mayor esta verdad es algo que duele, algo que quema…

Así, resulta notorio que nuestros padres no nos enseñen sobre el valor de la inversión. Pero, en su defensa, resulta que muchas veces ellos mismos ignoran estas cuestiones tan básicas y han pasado toda su vida perdiendo el valor de su dinero sin saberlo, al tenerlo estacionado en cuentas de débito o instrumentos de inversión bancarios o, peor aún, lo que dice “debajo del colchón”.

Ahora que, si quieres enmendar este error, puedes comenzar invirtiendo en instrumentos conservadores (si quieres saber sobre los tipos de inversión -e inversionistas-, revisa este vídeo) tal como es el caso de CetesDirecto, o alguna SOFIPO y Pagarés Bancarios (te recomiendo Hey Banco).

Sobre el particular, si te interesa conocer cuando dinero recibo mes con mes gracias a mis rendimientos en instrumentos de renta fija, te comparto este video de aquí:

Tu Casa es tu MAYOR ACTIVO

Hablando de la diferencia entre “ahorrar” e “invertir” también suele suceder que nuestros padres no sepan diferenciar entre un Activo y un Pasivo en términos financieros. Esta cuestión se aborda de forma más explícita en uno de los libros básicos de finanzas personales, que es Padre rico, padre pobre.

Donde puesto sencillo, se expone la siguiente verdad esencial: Adquirir pasivos financieros no te llevará a ningún lugar financieramente hablando, adquirir activos financieros es la guía hacia la Libertad Financiera.

Esto da lugar a una de las mentiras financieras más grandes que podemos encontrar -aún al día de hoy- dentro del mundo de las Finanzas Personales. Tal mentira es la siguiente: Tu casa es tu activo MÁS IMPORTANTE.

Esta concepción soporta que dentro de las peleas testamentarias, la controversia más común sea por la casa/el terreno o el departamento. No son pocos los padres que piensan en que su casa es lo mejor que le pueden dejar a sus hijos al momento de fallecer pero, ¿realmente es así?

En realidad depende, ¿de qué depende? Pues del uso que se le dé al inmueble. Si lo usarás para vivir (que es la aplicación genérica), entonces no es un activo. De hecho, se transforma en un pasivo financiero con todas las de la ley, pues debes sacar dinero de tu bolsillo: Mantenimiento, predial, etc.

No es que esto sea algo necesariamente malo. De hecho, si necesitas esa seguridad de tener “tu propio techo” para vivir bajo él y ello te permite dormir con tranquilidad, entonces adelante, ¡no seré yo quien te detenga! Solamente debes ser consciente de que tienes un pasivo financiero entre manos (y es bonito y está bien).

Aquí te comparto otro vídeo para que te quede más clara la distinción entre activos y pasivos bajo los enfoques financieros y contables:

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CUIDANDO TUS FINANZAS

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Si tus papás también te mintieron (¡no estás solo/a!) y apenas estás comenzando en esto de los dineros, te dejo este video que te dirá paso a paso todo lo que debes hacer:

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