Los Precios a Pagar: Sobre el Valor y las Metas

Idealmente, estoy convencido de que todas las personas que habitan este plano de la existencia tienen una idea -mínima o alejada- de aquello que quieren. Pero, ¿qué pasa con los precios a pagar?

Artículo escrito por Miguel Caloca, Socio Fundador de Godín Financiero.

En este artículo te hablaré sobre la forma en que concibo las metas y su consecución. Así como la manera de cumplir tus sueños y algunos otros pormenores. Probablemente nos enfrentemos -en conjunto, eso sí- a una que otra cruda realidad cuya aceptación nos ayudará a tener en cuenta una mejor estrategia para lograr aquello que queremos. O bien, que decimos querer (como veremos a continuación).

Quien quiera azul celeste…

¡Que le cueste! ¿Conocemos todos este famoso refrán? Yo creo que . Algo que yo amo acerca de los refranes mexicanos es que se trata de concentrados milenarios (ok, tal vez no tanto) de sabiduría práctica. Y aunque pueden llegar a ser contradictorios por que…

El hábito hace al monje, peroAunque la mona se vista de seda, mona se queda
Al que madruga, Dios lo ayuda peroNo por mucho madrugar, amanece más temprano
La intención es lo que cuenta, peroEl Infierno está lleno de “buenas intenciones”
Piensa mal, ¡y acertarás!, peroEl león cree que todos son de su condición

Y bueno que…

Pero la idea principal recae en que los refranes se aplican a situaciones particulares. Confiando así en su criterio para distinguir cuál merece qué condición en específico. Continuemos con el asunto.

El refrán que nos dice que “quien quiera azul celeste, ¡que le cueste!“, básicamente se refiere al esfuerzo detrás de algo especial. Sabemos pues, de manera casi innata o bien, por instinto, que las cosas que valen la pena cuestan trabajo. O bien, requieren de algún particular tipo de esfuerzo.

El azul celeste no es, en esencia, cualquier tipo de azul. Se trata de un azul muy bonito; por ello es que “cuesta”. Lo mismo sucede con nuestros objetivos y metas, que debemos esforzarnos por cumplirlas mientras más lejos queramos llegar.

¿Qué son los Precios a Pagar? La Naturaleza Intrínseca del Valor

La expresión de “precios a pagar” es una que estoy seguro muchas personas conocemos. Sin embargo, para ahondar en este concepto -y su aplicación personal por mí-, primero quiero explicarte la naturaleza del término “valor”.

En este sentido, debo aclarar que me refiero a su aplicación práctica antes que teórico-económica. Es decir, entendamos el “valor” como el “alcance de la significación, importancia o validez de una cosa.”

Así, si las cosas no “cuestan” tienen un valor tanto menor. Podemos llamarlo de diversas maneras: Congruencia, ley del esfuerzo o mero sentido común pero, al final del día, es solo una realidad. Tendemos a valorar (y apreciar) más aquellas cosas y logros que nos han tomado un mayor grado de esfuerzo o implican la superación de ciertas problemáticas específicas para lograrse.

En este sentido, el “valor” económico también existe y se ve por cuanto hace a la cantidad de esfuerzo detrás de la producción de ciertos bienes, productos y/o servicios. Así, podemos observar -siguiendo el ejemplo de la imagen- la manera en que un producto terminado tiene mayor valor (económico) que la materia prima que lo sustenta.

Para cuando hemos pasado del tronco de madera a la cama como producto terminado, podemos ver que hay mucho esfuerzo de por medio. Solo por citar algunas consideraciones:

  • El esfuerzo de la mano de obra que talo el árbol (y el coste ambiental en ello);
  • Trabajo para llevar el árbol de su zona de tala al taller;
  • Esfuerzo del carpintero (especializado) en transformar la madera en una cama;
  • El transporte de la cama realizada hacia un establecimiento de comercio; y,
  • Costo de almacenamiento y esfuerzo correspondiente a la venta del bien final (cama) a sus consumidores finales.

Esto solo por citar algunos de los esfuerzos que se implican en esta tarea. Pero, con otros productos de mayor proceso, la cadena de producción es mucho mayor. Por este motivo, podemos observar que los bienes primarios (la madera) son mucho más baratos por sí que los bienes procesados o productos finales, así como servicios.

Entonces, la naturaleza intrínseca del valor es de carácter acumulativo. Valoramos más aquello que ocupa de mayor esfuerzo conforme el paso del tiempo. Así, el desarrollo de la maestría en las distintas habilidades y capacidades del haber humano implica siempre un grado de alta especialización (tiempo invertido), así como de profunda admiración.

Nada es GRATIS en esta Vida

Una de mis escenas favoritas en la película Rey Richards (protagónico del caído en desgracia, Will Smith) sucede cuando tras platicar con un patrocinador, Rey va en busca de sus hijas. Ahí, estando en un club, Rey las encuentra a la orilla de la piscina y comiendo algún alimento del club. Las chicas le dicen que “se los dieron” y una de sus amigas le comenta que “no se preocupe, son gratis“. Exasperado, el Sr. Richards le responde que eso lo paga el club y NADA es gratis. Para después decirles:

Nunca acepten nada de nadie que sea gratis. Todo en este lugar tiene ganchos.

Rey Richards a Venus y Serena Williams.

Los “ganchos” a que el Sr. Williams se refiere, efectivamente, siempre están ahí. Y es que la gratuidad de un producto/servicio no lo convierte en algo gratuito como tal.

De hecho, así fue que lo expresamos en nuestra sección de PENSAMIENTOS FINANCIEROS en el Instagram de Godín Financiero (síguenos), como la imagen lo señala a continuación:

Aquí tenemos un sesgo conductual de lo más interesante (más información de ellos en este artículo) por cuanto se refiere a la “gratuidad” usada como “gancho”. No se trata de otra cosa que el Sesgo de Propiedad, mediante el cual es más sencillo -y probable- lograr una venta cuando se da un “periodo de prueba” a los objetos. Una vez que lo tengas en tu casa, lo verás como tuyo. Entonces, te dolerá regresarlo.

Para el caso de las redes sociales o diversos servicios (típicamente, de internet), la gratuidad está relacionada con los datos que cedemos a la aplicación y la forma en que los utilizan. Especialmente para generarnos impulsos de ventas mediante anuncios hiper-específicos. Los cuales fueron vendidos en función de nuestra información de consumo en el sitio…

Lo cual es relevante debido a la ausencia de auto-control que solemos padecer. Añadir a esto la capacidad de enviarnos artículos o promocionales tan especializados a nuestros intereses y vulnerabilidades…

Tomando esto en contrapartida, al vivir en una Sociedad de Consumo orientada en extremo al placer suele suceder que nos guste ignorar las consecuencias últimas de nuestros hábitos o acciones. Algunos ejemplos a continuación:

  • Comer es una de las cosas más bellas en esta vida. Pero, el hacerlo de manera poco sana por mucho tiempo y/o sin un régimen de ejercicio debido tendrá sobrepeso y otras enfermedades graves en el largo plazo.
  • Un “desliz de una noche” puede parecer o antojarse como poca cosa en términos de cantidad: Una hora (o más, esperemos) frente a meses o años… Pero el impacto emocional que este dejarse llevar tiene en la confianza de la relación es, sencillamente catastrófico.

Algún ejemplo más profundo lo podemos encontrar El Principito de St. Antoine de Exupery (un clásico de la Literatura Universal)

Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo.

Del Zorro al Principito.

Cuando tanto el zorro como el principito afirman en convertirse respectivamente en “únicos” de manera recíproca se refieren a un asunto inmerso en las dinámicas del Amor: La posibilidad de sufrimiento. Y es que, cuando algunas cosas terminan, esto nos genera dolor en virtud de lo mucho que disfrutamos en tanto existieron.

Y este es un aspecto básico del Valor. Requiere de esfuerzo, en la construcción de un vínculo que pasa a ser una relación y se convierte en algo de mayor relevancia conforme el tiempo sucede. Pero no basta que el tiempo pase para que esta “evolución” se dé. Se necesitan recursos constantes y valiosos, como la Atención, el Amor, la Empatía, la Capacidad y buena voluntad/disposición dentro de la Comunicación de las partes, ¡y más!

Lo mismo sucede con algún otro objetivo de naturaleza personal o material. Su consecuencia y consecución implica un gradual aumento en los recursos que se destinan para hacerlo realidad. No podemos avanzar hacia la maestría sin que se ocupen más y más recursos. Aunque claro, siempre es posible decir “Basta” o decir que “ha sido suficiente.”

“Manifestarlo” NO es Suficiente

Podemos hablar mucho -y pensar mucho- pero si no actuamos -y mucho-; será bastante difícil crear o conseguir cuestión alguna. En la época moderna existe mucho esta tendencia relativa a la manifestación, relacionada íntimamente con un pensamiento mágico según el cual “manifestar” es suficiente.

Entendiendo por la manifestación, el pensamiento de una situación o circunstancia que aún no sucede pero sucederá (derivado de la confianza que en ello tenemos). Aunque, dentro del campo de la física cuántica existe un evento denominado “Efecto del Observador” que bien puede dar algún sustento teórico a esta práctica. En la física, el efecto del observador es la perturbación de un sistema observado por el acto de observación. Y se refiere a como el ser humano (energía consciente) puede manipular las partículas para que estas se manifiesten en su rango de observación. Algo que no sucede cuando no se está viendo.

Bajo esta premisa, tenemos que debería ser imposible la observación de un átomo. Toda vez que existe simultáneamente en distintos espacios. Eppur si muove, diría Galileo. Por que logramos ver los átomos, y esto se debe a que podemos manipular -en un grado mínimo- la energía para lograr que el átomo colapse en la posibilidad de verlo frente a nuestros ojos. La temática funciona según lo expresa la siguiente imagen:

Lo cierto es que también se requiere de acción para exponenciar esta práctica. Debido a que la congruencia que se ocupa también se refiere a la actividad. Y un átomo no es una realidad ni un cuerpo soñado. Aunque diversos estudios psicológicos han demostrado el impacto positivo de la proyección -como técnica- en distintas cuestiones, lo cierto es que sus resultados son mucho mayores cuando se acompañan de acción. Y no son suficientes cuando la acción brilla por su ausencia. Es decir, puedo imaginarme que hago 10 lagartijas muchas veces. Pero, si no realizo el esfuerzo ni entreno mi cuerpo, lograrlo será sencillamente imposible. Por mucho que lo manifieste…

Así, igual tenemos que no basta “manifestar” una relación sana si no estamos dispuestos/as a dar el primer paso, trabajar en nosotros/as o marcharnos a la primera señal negativa (red flag). Tampoco podemos manifestar la riqueza espontánea sin que haya algún esfuerzo previo por nuestra parte. Incluso tratándose de la lotería, tendrías que comprar tu boleto. Manifestar un cuerpazo de poco servirá cuando más allá de nuestros pensamientos nuestros hábitos de consumo y dieta saludable son poco menos que existentes…

Igualmente si quieres averiguar un poco más sobre este tema. Un libro que nunca dejo de recomendar es Deja de Ser Tú, del Dr. Joe Dispenza.

El ABC del Principio de la Escasez en los Precios a Pagar

El Principio de la Escasez tiene mucho que ver con los precios a pagar pues su aplicación es una tendencia psicológica de los humanos para dar valor a las cosas. La base de este principio es sencilla: Si tenemos menos, vale más.

Entonces, la jerarquía del primer lugar es absoluta por cuanto hace a que solo puede haber uno de estos. Así, también tenemos que la base teórica de este principio la realizó el psicólogo Robert Cialdini. Quien afirma que las personas tendemos a darle más valor a productos, ofertas o bienes que tienen una disponibilidad limitada o que son difíciles de conseguir.

Podemos decir que has sido víctima de este sesgo cuando -derivado de una oferta de TIEMPO LIMITADO– terminaste comprando algo que no necesitabas.

Sin embargo, la aplicación de este principio derivada a los precios a pagar tiene que ver con lo escaso que suelen ser algunas aptitudes que se ocupan para realizar sueños, como:

  • Disciplina,
  • Constancia;
  • Perseverancia.

Así tenemos que varias de las cosas que valen la pena estriban en lo difícil que pueden llegar a ser. Pues, de lo contrario, “todo el mundo lo haría.” Y, a decir de un muy existencialista Flash en Los Increíbles (Disney, 2004) tenemos que “si todos son especiales, entonces nadie lo es.” Algo que también entendió a la perfección su villano, Síndrome, cuando afirmó que: “Cuándo todos sean súper (con su tecnología e inventos), entonces ya nadie lo será.”

Aunque es debatible la postura desde un punto de vista filosófico, para efectos del principio de escasez resulta adecuada la expresión. Lo anterior toda vez que los súper poderes dejarían de serlo si todos los pudieran tener.

De hecho, creo que esta es una de las cualidades que pueden convertir en algo mucho más atractivo el hecho de que haya un físico cultivado (a pesar de algún desequilibrio respecto de la parte intelectual). Y es que para llevar tu cuerpo a ese nivel, se requiere de un profundo esfuerzo, disciplina y trabajo personal. No es algo que otra persona pueda hacer o para lo que allá alguna suerte de “atajos”.

Como dice alguna imagen que vi en Instagram o por ahí: “La parte atractiva de un cuerpo sano es que tú lo construyes a tu medida, beneficio y capricho. No hay atajos y nadie puede comprarlo de alguien más. Es puro esfuerzo.”

Incluso, tratándose con los avances tecnológicos de aquellas cirugías y tratamientos estéticos: No crean fortaleza, ni dan agilidad o permiten mejorar en otro aspecto más allá de lo superficial.

Los Sueños Exprés NO Existen

Merced del Capitalismo Agresivo y la Sociedad del Consumo hemos caído en la gran mentira de que podemos conseguirlo todo en poco tiempo o bien, con la cantidad de dinero suficiente: Nuestra capacidad de atención y concentración, así como virtudes tal cual constancia y disciplina son progresivamente menores. Vivimos en la época instantánea. Las notificaciones, los mensajes, la comida, la velocidad del internet. El mayor interés existe antes en contestar ¿qué tan rápido puedo llegar? que reflexionar si nos dirigimos al mejor lugar.

Así, algunas expresiones han perdido un peso y relevancia que anteriormente tuvieran. Ejemplos sencillos y a la mano en el campo de las relaciones se refieren al “te amo” o expresiones como “eres el amor de mi vida” (así conozco a una amistad que lleva 8 al hilo en menos de un año). Y no, el problema no recae en ser -o no- enamoradizos/as si no en ignorar flagrantemente el peso que las palabras conllevan.

No en vano la Biblia comienza advirtiendo que “el Verbo es Dios”. O visto desde una dogmática práctica: Nuestra palabra nos compromete.

Así, cuando te fijas bien, resulta que tus sueños no son otra cosa que un compromiso -a corto, mediano y/o largo plazo- contigo mismo/a. Claro, tener un sueño no nos obliga (necesariamente) a tenerlo que cumplir. Especialmente si consideramos que hoy no somos las mismas personas que ayer. Y, dado que la impermanencia es una condición permanente de la naturaleza -incluyendo a la raza humana-, los sueños de ayer podrían ser distintos de los que hoy tenemos (o no).

Sin embargo, un sueño que nos compromete a actuar en consecuencia de su tamaño. Esto es, al menos si somos congruentes. Debemos entender que, aunque los golpes de suerte existen, no lo son todo y depender de ellos es una pésima estrategia para lograr cualquier cosa que queramos en esta vida o cualquier otra.

Aunque pareciera que muchos quieren sueños grandes al por menor de los esfuerzos. Retomando el asunto de la lotería… para estas personas no sería suficiente con ganarla, sino que también quieren encontrarse tirado el boleto. Solo resta afirmar lo mismo que dice aquel proverbio: “Ayúdate que yo te ayudaré”.

Los Sacrificios son para los Dioses

Seguramente hasta este punto te habrá sorprendido que no haya hablado (aún) de los famosos “sacrificios”. Eso es lo que nos dicen: Tenemos que sacrificarnos si queremos llegar a algún lugar o a alguna meta.

En primer lugar, creo que esto es un error por la forma en que se percibe y se lee dicha declaración. Recuerda: Debes ser muy cuidadoso/a con la forma en que te expresas y piensas de ti. Ya que, al final del día, tus pensamientos definen y determinan en gran medida tu realidad.

La palabra “sacrificio” contiene una connotación especialmente negativa. Ya que implica (en el haber cultural) el fallecimiento de alguien o algo en pos de una divinidad. O bien, parte desde una óptica basada en la finitud de los recursos que se disponen (escasez).

Recordemos esta película (con gran soundtrack) que, sin duda, marcó la infancia de muchos aquí: El Camino hacia El Dorado. ¿Recuerdas lo que el consejero malo quería forzosamente? Así es, quería sacrificios. Si no la has visto, te recomiendo mucho que la veas…

He aquí el asunto recae en entender que se trata de un tema de percepción. La palabra “sacrificio” tiene una connotación negativa, de obligación, de voluntades encontradas. Pero, cuando estamos haciendo algo que realmente amamos -o que nos beneficia en muchos sentidos-, ¿no es un placer entregar? He aquí la manera en que el enfoque se transforma radicalmente.

Una de las dinámicas más tóxicas que pueden llegar a suceder en nuestras vidas tienen que ver con el “sacrificio”. Cuando “nos sacrificamos” somos víctimas del destino y las circunstancias. No fue algo que eligiéramos; y si lo hicimos, realmente se plantea como si no tuviéramos muchas opciones.

Entonces, se nos dice que debemos sacrificar:

  • Nuestro tiempo para tener un “buen empleo” (lo que sea que signifique);
  • Nuestras relaciones personales para “avanzar en la vida” (y luego quedarse solo/a);
  • Nuestro Verdadero Yo para “tener una relación duradera” (infeliz, pero duradera).

Y así podría seguir con muchos ejemplos de sacrificios. Seguro que a ti te habrán venido dos o tres -¡o más!- a la mente. Pero, ¿sabes qué tienen todos ellos en común? Que muy probablemente su connotación en el largo plazo no sea realmente positiva.

Ojo: ¡Claro que tenemos recursos finitos! Nuestro tiempo en este plano, el primero de ellos… Pero entregarlos y rendirnos voluntariamente hacia la consecución de un fin mayor tiene una narrativa de mayor impacto y crecimiento que simplemente verlo como un Sacrificio.

El Sacrificio viene desde el Ego y busca una remuneración (pedida o no) para lo que se dejó. Plantea un futuro del que no vale la pena pensar, toda vez que es inexistente.

Conclusiones sobre los Precios a Pagar: Congruencia para la Vida

Una de mis frases favoritas en la vida dice que “Somos lo que hacemos, no lo que decimos que vamos a hacer”. El título de esta reflexión es Los Precios a Pagar y se refiere, en gran parte, a qué estamos dispuestos a hacer para lograr otro tanto. No se trata de lo que decimos que queremos, si no de entender que hay precios a pagar y no se puede evitar. La recompensa o el objetivo está ahí, esperando, todos los días… Difícilmente se moverá o irá a algún otro lugar, somos nosotros/as quienes debemos reunir el coraje para ir por él.

El esfuerzo genera cambios más profundos en quienes tienen el atrevimiento de llevarlo hasta sus últimas consecuencias. Y esa es la recompensa: La encontramos en el Camino, aunque también en los resultados.

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Este de aquí es un artículo que forma parte de mis publicaciones consistentes en Reflexiones Financieras. Con periodicidad para cada 15 días (o una semana). Espero que haya sido de tu agrado y te invito a estar pendiente, que el próximo domingo te hablaré sobre el esfuerzo inteligente. Una dinámica que te explicará cómo lograr tus metas y objetivos personales mediante una administración más eficaz de tus recursos. Pero bueno, no me adelanto más, ¡nos vemos el próximo domingo!

Nuestro artículo anterior sobre esta sección trató sobre La Verdadera Libertad Financiera. Si te interesa saber sobre el tema en un sentido más financiero, también puedes leer este artículo o revisar este vídeo:

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